domingo, 13 de mayo de 2012

Estado de consciencia, dinámica consciencial y Matriz Holográfica.

Las últimas intervenciones de Emilio Carrillo, de las que se ha hecho eco este blog, suscitan una serie de preguntas que pueden contestarse con la lectura de este nuevo post publicado en su blog "El Cielo en la Tierra". A mi me ha aclarado muchas dudas y espero que a  vosotros también. No tengo la menor duda de que  así será.
 
 
 
Estado de consciencia.
 
Cada ser humano y en cada momento de su vida se halla con un estado de consciencia determinado. El estado de consciencia es la forma en la que se uno ve a sí mismo y contempla, entiende e interpreta la vida, la muerte, el mundo y todo lo que le rodea, así como la escala de valores, las pautas vitales y las prioridades y preferencias con las que experiencia la vida cotidiana.
 
Así, por poner dos ejemplos extremos, si el estado de consciencia está lleno de armonía, amor y alegría, uno se verá a sí mismo, al mundo y a los demás de manera muy distinta al supuesto de que el estado de consciencia sea de desarmonía, desamor y tristeza. En el primer caso, el ser que cada uno somos se encontrará alienado con la vida, que será percibida como algo maravilloso; en el segundo, en cambio, se vivirá en “des-alineamiento” con la vida, considerándolo como una especie de castigo y manteniéndose peleado con ella y con uno mismo.
 
Usando terminología científica, cada estado consciencial tiene su propia frecuencia vibracional y evidencia como vibramos, cada cual y en cada momento, interiormente. Y sintonizamos con nosotros mismos y con la vida  en su conjunto de forma muy diversa en función de la frecuencia vibracional asociada a nuestro estado consciencial.
 
Y el estado consciencial no siempre el mismo o, al menos, no tiene que serlo. La experiencia humana pone de manifiesto que con el devenir de los años vamos observando, mirando y entendiendo al mundo y a nosotros mismos de maneras diferentes, es decir, desde distintos estados de consciencia, cada uno con su correspondiente frecuencia vibracional. Esto se debe a que en cada estado de consciencia concreto vivimos experiencias que tienden a ir modificando nuestra visión de las cosas y a transformar nuestro estado consciencia y, por ende, la frecuencia con la que vibramos. Curiosamente, uno mismo, los otros y el mundo no serán en sentido estricto diferentes, pero en función del estado de consciencia los veremos de modo muy distinto. 
 
De hecho, antes de nacer en cada vida física, tenemos un estado de consciencia resultado de las existencias y experiencias de vidas anteriores. El cuerpo y el entorno (el “yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset) en el que volvemos a nacer contará con el perfil energético y vibratorio pertinente para, a partir de ese grado de consciencia, desarrollar nuevas experiencias que nos posibilitan el aumento del grado de consciencia, accediendo a un nuevo estado de consciencia. Tras ello, desplegaremos nuevas experiencias que nos permitirán incrementar otra vez el grado de consciencia. Durante una misma vida física, este proceso se puede repetir “n” veces, sin que exista una regla fija, pues depende de cada uno y su respectiva toma de consciencia.  Como consecuencia de todo ello, en el momento concreto de la transición que erróneamente llamamos “muerte” disfrutaremos de un determinado estado de consciencia, con su correspondiente gradación o frecuencia vibracional. Éste será el punto de partida en nuestra siguiente vida física y definirá el perfil del cuerpo y el entorno en el que nos volvemos a encarnar.
 
La base del cambio se encuentra, por tanto, en el estado de consciencia, que es puramente interior. Sin embargo, solemos creer que el mundo exterior se cambia desde el exterior. Comprender la falacia de esto e interiorizar la dimensión interior del cambio representa una nueva visión y plasma el despertar consciencial.
 
Expansión de la consciencia y dinámica consciencial.
 
Más allá de los falaces dualismos que abundan en Tercera Dimensión, no hay dicotomías entre Ciencia y Espiritualidad, que realmente son como la letra y la música de una misma y hermosa canción que armónicamente nos revela que nada está vedado o escondido, que basta con mirar para poder “ver”. De hecho, cada vez son más numerosas las manifestaciones de esta íntima interconexión entre Espiritualidad y Ciencia.
 
Un bello y potente exponente al respecto lo constituye todo lo relacionado con la consciencia, en general, y con la toma de consciencia, su expansión y la denominada Ecuación de la Decisión , en particular. Son temas a los que muchas corrientes espirituales han prestado secularmente gran atención y a los que la ciencia está dando en la actualidad gran importancia de la mano de la Teoría de los Universos y Multiversos Paralelos, las Realidades Supersimétricas, la Ecuación de la Decisión y la Teoría del Principio Holográfico.
 
Retomando lo recogido por escuelas espirituales de todos los tiempos y culturas y por las últimas innovaciones y aportaciones científicas en los campos reseñados, se puede constatar que la consciencia se expande ondular y fractalmente en el contexto de un proceso de preguntas y opciones en el que tomar consciencia no es hallar respuestas, sino formular preguntas. Y las preguntas no tienen una respuesta concreta, sino que abren opciones que conducen a nuevas preguntas.
 
La dinámica consciencial planteada en párrafo anterior puede ser sintetizada en los puntos o fases siguientes:
 
1º) En cada momento presente y con un determinado estado de consciencia (visión y comprensión de la vida y del mundo, escala de valores, prioridades y preferencias, pautas vitales,…) asociado a una frecuencia vibracional concreta, cada persona vive múltiples experiencias cotidianas que le llevan a formularse preguntas. Hacernos las mismas representa la toma de consciencia.
 
2º) Las preguntas que nos planteamos no tienen una respuesta, sino que abren un abanico o haz de opciones conformado por todas las respuestas posibles. Cada una de las opciones tiene su propio perfil y su propia cualidad vibracional.
 
3º) Entre las diversas opciones, “traemos” a la realidad aquella que por su gradación vibracional sintoniza con la frecuencia vibratoria de nuestra consciencia. En la realidad física, que es “cuántica” y “subcuántica”, todas las opciones acontecen a la vez (Multiversos y Universos Paralelos y Realidades Supersimétricas) y crean escenarios vitales distintos entre sí en planos diferentes de realidad, que, no obstante, a corto, medio y largo plazo, sea en esta vida física o en otras, tienden siempre hacia la convergencia consciencial en un escenario y estado de consciencia común. Pero en la medida que nuestro estado consciencial resuena con una concreta y se decanta por ella, ésta es la que experienciamos consciencialmente (en el “interior”) y moldea holográficamente (Teoría del Principio Holográfico, de la que el holandés Gerard ´t Hooft, Premio Nobel de Física en 1999, es uno de los mayores exponentes) lo que nuestros sentidos físicos perciben como realidad (“exterior”) en Tercera Dimensión.
 
4º) Las opciones que se “traen” a la realidad permiten vivir nuevas experiencias que pueden ir modificando nuestro estado consciencial y derivarán en nuevas tomas de consciencia y nuevas preguntas, poniéndose otra vez en marcha y repitiéndose el proceso descrito. Es así como la consciencia se expande y va cambiando su frecuencia vibracional, con lo que varían, al unísono, las prioridades y las preferencias (sintonías) por unas u otras opciones.
 
5º) La expansión de la consciencia representa, por tanto, un avance por distintos estados de consciencia, cada uno de ellos con una frecuencia vibracional mayor que el anterior. Pero dentro de esta tendencia general de crecimiento vibracional, la consciencia se expande ondular y fractalmente (ondas que fluyen cual campanas de Gauss), por lo que, con independencia del estado de consciencia concreto, se viven lo que San Juan de la Cruz denominó “noches oscuras”. Hay que aceptarlas como lo que son: el invierno que precede a la primavera, la noche que es antesala del amanecer. Y comprender que la noche es guía y espoleta en el proceso consciencial (“¡oh noche que guiaste”, escribe san Juan de la Cruz en su poema Noche oscura). Tal aceptación y comprensión hace que el tramo de inflexión y caída de la “campana ondular” se reduzca tanto en intensidad como en duración (La expansión ondular natural, aunque desde la perspectiva de la Tercera Dimensión , tan marcada por los dualismos, pueda ser contemplada como fases de “luz” y fases de “oscuridad”. Lo cierto es que ésta últimas permiten plasmar en una realidad más densa el potencial adquirido en las fases denominadas de “luz” y son la antesala de éstas).
 
Co-Creación: sus características básicas.
 
De lo enunciado se deduce que cada persona es co-creadora de la “realidad” exterior. Una Co-Creación que ostenta las siguientes características básicas:
 
+Genera impactos tanto en el momento presente como en el desenvolvimiento del momento presente: Al “traer” a la realidad una de las opciones se producen efectos tanto inmediatos (lo que específicamente “traemos” a la realidad en el momento presente) como una secuencia de causa-efectos (como si se tratase de fichas de dominó que se golpean encadenada y sucesivamente) a corto, medio y largo plazo (también en la cadena de vidas o reencarnaciones) cuya frecuencia vibratoria y perfil (Amor, Armonía,… o todo lo contario) será el mismo que el de la opción adoptada (en el saber popular hay diversas sentencias y aforismo que lo resumen con claridad: “se recoge lo que se siembra”; “quien siembra vientos, recoge tempestades”;…). Así, los impactos inmediatos de las opciones plasmadas en la realidad y los que se darán a partir de ellas en la dinámica causa-efectos configuran la realidad y la vida de cada ser humano, que por esto es responsabilidad de uno mismo al 100 por 100. Una conclusión que estando presente en la definición actual de la Ecuación de la Decisión coincide plenamente con lo indicado por antiguas culturas y escuelas espirituales (verbigracia, la que subyace en esa práctica milenaria de las islas del Pacífico y los Mares del Sur conocida como Ho´oponopono, que será abordada en los últimos epígrafes del siguiente capítulo).
 
+Es individual, a la par que colectiva: Cada cual “trae” a la realidad sus opciones conscienciales, aunque en interacción con los demás. Y los demás también crean, cada persona lo hace, “su” propia realidad. De este modo, la “realidad compartida” y conformada entre todos constituye una colosal Matriz Holográfica.
 
+Provoca una amplia batería de Intersecciones Conscienciales: Los seres humanos nos relacionamos en mayor medida con congéneres que, por sus propias opciones conscienciales, generan una realidad que resulta más necesaria –sea por que apoya de manera directa la nuestra o porque al oponerse aparentemente a la misma la apoya de manera indirecta- para que nuestra realidad se plasme de manera efectiva, compartiendo así espacios de realidad co-creada. En cambio, interactuaremos menos con personas que estén creando realidades menos necesarias, en el doble sentido apuntado, para la implementación de la nuestra. No obstante, que los siete mil millones de seres humanos convivamos en la misma Matriz Holográfica significa que, por imposible que parezca, entre todos hay un mínimo de Intersección Consciencia.
 
+Las Intersecciones Conscienciales son el fundamento y la razón de ser de lo que diversas escuelas espirituales denominan Ley de Atracción. Y en la medida que nuestro estado consciencial se va modificando, se intensificarán o minorarán las intersecciones conscienciales con unas u otras personas y situaciones.
 
Despertar consciencial: Cambio Interior.
 
Mediante la dinámica consciencial descrita y a lo largo de cadenas de vidas físicas que en su conjunto suman miles y miles de años de duración, cada ser humano, en particular, y la humanidad, en su globalidad, han ido expandiendo su consciencia. Y esta expansión ha provocado modificaciones graduales en la realidad co-creada y en la Matriz Holográfica hasta llegar a un momento clave, precisamente la época actual, en el que la raza humana ha realizado y comenzado a socializar e interiorizar un hallazgo que hay que incluir entre los más importantes y trascendentes de los llevados a cabo por el “homo sapiens”. Nos referimos al descubrimiento, más notable y valioso que el del fuego o la rueda, de que la realidad exterior, la percibida por sentidos físicos, depende y está en función de la realidad interior. 
 
A lo largo de la historia, en todas las épocas y latitudes, multitud de seres humanos han intentado cambiar y mejorar el mundo exterior desde el exterior. Cuántas revoluciones, por ejemplo, se han dirigido a ello; y cuántas personas han dado lo mejor de sí, hasta la misma vida, en pro de ese cambio exterior desde el exterior (transformaciones políticas, institucionales, económicas, sociales,…). Sin embargo, el mundo exterior, lejos de experimentar las transformaciones deseadas, no ha cambiado en lo fundamental. Pero hoy sabemos, por fin y tal como se ha constatado en los epígrafes anteriores, que es desde nuestro interior (estado consciencial) desde donde creamos, moldeamos y generamos la realidad exterior, en general, y nuestra propia vida, en particular. Por lo que el cambio del mundo exterior no puede hacerse desde el exterior, sino desde el interior: se necesitan ojos nuevos para un nuevo mundo.
 
Este descubrimiento ha abierto las puertas a la posibilidad de un gran cambio, a modo de salto dimensional, por encima y más allá de los límites por los que la Matriz Holográfica ha venido hasta ahora desenvolviéndose. Su envergadura es tal que puede hablarse de un salto dimensional propiciado por todos los seres humanos que desde su interior decidan hacer sus sueños realidad en la consciencia de su capacidad creadora. Trataremos todo en ello en capítulos posteriores de este texto.
 
La desconexión de la Matriz : la “actitud” en el Aquí y Ahora.
 
Así, cada vez con mayor intensidad y claridad, se empieza a percibir que, por mucho que se avance en ella, siempre se mantiene en el contexto y en el escenario de la Matriz Holográfica , como si se tratase de juego virtual donde un nivel lleva a otro, y a otro, y a otro,… en un proceso sin fin. Y lo que el Corazón comienza a sentir de forma creciente es una apremiante necesidad de salir de ese juego, de desconectarse de la Matriz Holográfica. Y no sólo eso, se desea conseguir lo que Neo hace en la película The Matrix: entrar y salir de ella a voluntad y, mientras se halla en su interior, no olvidar su “irrealidad”
 
¿Cómo lograrlo?. La clave está en el Aquí y Ahora, en el momento presente, ya que el Aquí y Ahora es el espacio sagrado de libertad donde se genera la actitud ante la Vida y cada uno de sus hechos, acontecimientos, estímulos e impulsos.
 
Antes los estímulos e impulsos cotidianos del mundo exterior la clave radica en la actitud que se adopte ante ellos, pues entre cada estímulo que se recibe y la respuesta al mismo se encuentra el momento presente. Es en el Aquí y Ahora donde toman las decisiones en función de las actitudes que adoptemos antes los estímulos recibidos.
 
Las actitudes elegidas desde la consciencia del presente generan emociones y pensamientos, que se plasman en acciones. Y las acciones repetidas se convierten en hábitos, que determinan nuestro carácter, que define la visión de la vida y la muerte: el sentido que le otorgamos a la vida y el significado que le damos y le daremos cuando acometamos el tránsito que llamamos muerte.
 
De esta manera, si en nuestro espacio sagrado de libertad, la actitud que generamos desde nuestro interior y el Aquí y Ahora, ante cada hecho, situación o impacto de la vida cotidiana, está presidida permanentemente por el Amor, nuestro estado de consciencia vibrará en clave de Amor y la totalidad de las opciones que traigamos a nuestra realidad, al holograma de cada cual, gozarán de esa vibración de Amor. Así, la realidad que creamos desde el interior será una realidad plena de Amor, contribuyendo a que la Matriz Holográfica (el mundo exterior) co-creada entre todos los seres humanos evolucione y se transforme en esa clave de Amor.

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